Esta es una historia de un taxista. Cuenta que una noche en el que
trabajaba de madrugada, se encontraba estacionado en un paradero esperando que
alguien solicitara sus servicios. No se había dado cuenta que una joven mujer se
había acercado al taxi, subió y menciono la ruta.
El taxista curioso como
muchos, miraba por el retrovisor delantero para espiar a la dama. Era una mujer
hermosa, rubia, de unos bellos ojos verdes que tan solo verlos enamoraban. La
ruta no era muy largo, al taxista le parecía muy extraño que una bella
mujer anduviera sola a esas horas y más aún cuando la situación de seguridad no
de las mejores en la ciudad. Había entrado a una vía en el que unos cuantos
faroles alumbraban las primeras cuadras y luego de ello la única fuente de luz
era los faroles delanteros del taxi. La avenida pasaba por el centro de
una zona desértica y conectaba con otro distrito. El silencio era incomodo, no
se atrevió a hablarle; no se había percatado del frío que sentía por estar más
atento a ver por el retrovisor delantero, se le erizaba los pelos del cuerpo y
un indescriptible miedo recorría su cuerpo.
Aún faltaba para llegar a la zona urbana, pero la mujer le dijo que iba
a bajar justo allí. El taxista inspecciono la zona, no había nada allí, excepto
el panteón de la policía nacional, la única zona que estaba alumbrado por dos faroles ubicados en
cada extremo de la puerta. Detuvo el taxi, al voltear para cobrarle por
el servicio, vio que un enorme tigre negro yacía sentado en el asiento,
un animal horroroso con sus enormes colmillos amarillos que se le salía
del hocico y sus largas uñas. El taxista se había quedado petrificado de miedo
por un instante, tiempo que aprovecho la bestia para bajar del taxi y
dirigirse a la zona oscura. Aún tenía la mirada en el lugar en el que había
desaparecido cuando un hombre le tocaba la ventana preguntando si estaba bien.
El hombre le ayudo a bajar para que se pudiera sentirse cómodo fuera del
carro. Pensaba que había visto mal o que la vista le hubiese jugado una mala
pasada, pero en el fondo estaba seguro de lo que había visto. Cuando el otro
taxista, que iba en dirección contraria y se había detenido a socorrerlo, le
preguntaba de qué demonios había bajado de su taxi. Le miro y le llegó a
preguntarle (aun con el miedo en su rostro) que si en verdad él lo había observado; su colega, un tipo
desconocido, le dacia que los pasajeros que él llevaba en su taxi también lo
habían visto.
Esta experiencia es contada por él mismo, en un programa de radio.
https://youtu.be/jKWbLN37YLQ
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