Entradas populares

jueves, 18 de febrero de 2016

LA HISTORIA DEL FANTASMA Y EL TAXISTA.

Esta es una historia de un taxista. Cuenta que una noche en el que trabajaba de madrugada, se encontraba estacionado en un paradero esperando que alguien solicitara sus servicios. No se había dado cuenta que una joven mujer se había acercado al taxi, subió y menciono la ruta. 

El taxista curioso como muchos, miraba por el retrovisor delantero para espiar a la dama. Era una mujer hermosa, rubia, de unos bellos ojos verdes que tan solo verlos enamoraban. La ruta no era muy largo, al taxista  le parecía muy extraño que una bella mujer anduviera sola a esas horas y más aún cuando la situación de seguridad no de las mejores en la ciudad. Había entrado a una vía en el que unos cuantos faroles alumbraban las primeras cuadras y luego de ello la única fuente de luz era los faroles delanteros del taxi. La  avenida pasaba por el centro de una zona desértica y conectaba con otro distrito. El silencio era incomodo, no se atrevió a hablarle; no se había percatado del frío que sentía por estar más atento a ver por el retrovisor delantero, se le erizaba los pelos del cuerpo y un indescriptible miedo recorría su cuerpo. 
Aún faltaba para llegar a la zona urbana, pero la mujer le dijo que iba a bajar justo allí. El taxista inspecciono la zona, no había nada allí, excepto el panteón de la policía nacional, la única zona que estaba alumbrado por dos faroles ubicados en  cada extremo de la puerta. Detuvo el taxi, al voltear para cobrarle por el servicio, vio que un enorme tigre negro yacía sentado en el asiento,  un animal horroroso con sus enormes colmillos amarillos que se le salía del hocico y sus largas uñas. El taxista se había quedado petrificado de miedo por un instante, tiempo que  aprovecho la bestia para bajar del taxi y dirigirse a la zona oscura. Aún tenía la mirada en el lugar en el que había desaparecido cuando un hombre le tocaba la ventana preguntando si estaba bien.
El hombre le ayudo a bajar para que se pudiera sentirse cómodo fuera del carro. Pensaba que había visto mal o que la vista le hubiese jugado una mala pasada, pero en el fondo estaba seguro de lo que había visto. Cuando el otro taxista, que iba en dirección contraria y se había detenido a socorrerlo, le preguntaba de qué demonios había bajado de su taxi. Le miro y le llegó a preguntarle (aun con el miedo en su rostro) que si en verdad  él lo había observado; su colega, un tipo desconocido, le dacia que los pasajeros que él llevaba en su taxi también lo habían visto. 
Esta experiencia es contada por él mismo, en un programa de radio.

1 comentarios: