Historias Reales, Mitos y Leyendas.

Mundo de los mitos, leyendas y historias paranormales.

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Entradas populares

viernes, 19 de febrero de 2016

EL TESTIMONIO DE UN JOVEN QUE FUE ENCANTADO POR UNA SIRENA.

Este es el  testimonio de un joven de 16 años que asegura a verse encontrado con una sirena en el río Ucayali (Perú), sus allegados y familiares confirman su testimonio. Historia que conmocionó a la gente de la zona llegando a los medios televisivos.  Este joven pucallpeño de nombre Julton Caballero, trabajaba en un campamento a un día a lancha de distancia de la ciudad de  Pucallpa, todo sucedió cuando su jefe le pidió a que fuera a traer agua ya que escaseaba  en el campamento.


Ya era tarde cuando se encontraba en río llenando los galones, se dispuso a regresar cuando de repente alguien le llamaban de su nombre. Miro en todas direcciones para dar con la persona quien lo llamaba pero al no ver a nadie decidió marcharse pero en ese instante algo salía del lago del que había extraído agua. Una hermosa mujer había surgido de las profundidades del río, indudablemente era una joven sirena de 15 años de edad quien después de una charla le mostró su ciudad que se encontraba debajo del agua ofreciéndole que si aceptase ir con ella, gozaría de la juventud y de la vida eterna. 
Solo habían transcurrido  algunos minutos cuando se alejó de la zona, obviamente después de haber rechazado la oferta de lo contrario nunca que hubiésemos escuchado su versión, pero en realidad habían transcurrido ya varios días. Llegando a su casa  siego y mudo. 
El siguiente vídeo es el reportaje del caso difundido por el programa de televisivo de al Sexto Día. 

jueves, 18 de febrero de 2016

LA HISTORIA DEL FANTASMA Y EL TAXISTA.

Esta es una historia de un taxista. Cuenta que una noche en el que trabajaba de madrugada, se encontraba estacionado en un paradero esperando que alguien solicitara sus servicios. No se había dado cuenta que una joven mujer se había acercado al taxi, subió y menciono la ruta. 

El taxista curioso como muchos, miraba por el retrovisor delantero para espiar a la dama. Era una mujer hermosa, rubia, de unos bellos ojos verdes que tan solo verlos enamoraban. La ruta no era muy largo, al taxista  le parecía muy extraño que una bella mujer anduviera sola a esas horas y más aún cuando la situación de seguridad no de las mejores en la ciudad. Había entrado a una vía en el que unos cuantos faroles alumbraban las primeras cuadras y luego de ello la única fuente de luz era los faroles delanteros del taxi. La  avenida pasaba por el centro de una zona desértica y conectaba con otro distrito. El silencio era incomodo, no se atrevió a hablarle; no se había percatado del frío que sentía por estar más atento a ver por el retrovisor delantero, se le erizaba los pelos del cuerpo y un indescriptible miedo recorría su cuerpo. 
Aún faltaba para llegar a la zona urbana, pero la mujer le dijo que iba a bajar justo allí. El taxista inspecciono la zona, no había nada allí, excepto el panteón de la policía nacional, la única zona que estaba alumbrado por dos faroles ubicados en  cada extremo de la puerta. Detuvo el taxi, al voltear para cobrarle por el servicio, vio que un enorme tigre negro yacía sentado en el asiento,  un animal horroroso con sus enormes colmillos amarillos que se le salía del hocico y sus largas uñas. El taxista se había quedado petrificado de miedo por un instante, tiempo que  aprovecho la bestia para bajar del taxi y dirigirse a la zona oscura. Aún tenía la mirada en el lugar en el que había desaparecido cuando un hombre le tocaba la ventana preguntando si estaba bien.
El hombre le ayudo a bajar para que se pudiera sentirse cómodo fuera del carro. Pensaba que había visto mal o que la vista le hubiese jugado una mala pasada, pero en el fondo estaba seguro de lo que había visto. Cuando el otro taxista, que iba en dirección contraria y se había detenido a socorrerlo, le preguntaba de qué demonios había bajado de su taxi. Le miro y le llegó a preguntarle (aun con el miedo en su rostro) que si en verdad  él lo había observado; su colega, un tipo desconocido, le dacia que los pasajeros que él llevaba en su taxi también lo habían visto. 
Esta experiencia es contada por él mismo, en un programa de radio.

lunes, 15 de febrero de 2016

EL CASTIGO DEL MUQUI.

Esta es una historia recopilada. Se trata de un personaje muy conocido  por los mineros, el famoso muqui o muki.
Una empresa minera había iniciado la extracción de minerales y no había detenido el trabajo a pesar de que muchos obreros habían sufrido accidentes muy extraños. Un mes después, la empresa reportaba la muerte de varios obreros. Aun así la empresa siguió operando, ninguno de los jefes de la corporación creían las versiones que los trabajadores daban en sus informes de haber visto un ser pequeño de aspecto diabólico. Los que lo habían visto se retiraban después de presentar un informe donde decía que aquel ente pedía que se retirasen de su casa. Los ingenieros encargados de dicha labor omitían esos informes en forma burlona. 
Pues en los últimos días los reportes de accidentes llegaban constantemente. Los trabajadores renunciaban aunque esto no afectaba la masa obrera ya que llegaba más mano de obra. 
Resulta que las quejas de los trabajadores llegaban más a menudo y entonces los jefes a cargo se presentaron en la excavación para calmar las quejas del tumulto, de las ridículas visiones que los obreros tenían.
Todo estaba perfecto asta que vieron  que del acantilado de aquel cerro, salía de entre las rocas algo negro en formaba de  una esfera y desaparecía minutos después. Aseguraron que era un  fenómeno extraño y que todo tenía una explicación.
Estaban de regreso al campamento, cuando en una de esas vueltas de la carretera se les apareció por delante de la camioneta un pequeño ser, tal como lo mencionaba en los informes. Dicho ser, conocido como muqui, había hecho que la camioneta en la que iban los ingenieros saliera de la carretera y cayera por el terreno muy inclinado, muriendo todos los que estaban abordo. Los túneles se vinieron abajo sepultando a muchos trabajadores que en ese momento laboraban. Solo unos cuantos lograron sobrevivir a la sacudida del cerro. 
Los recuerdos de los sobrevivientes, describía al muqui como el autor de los desastres. Días  después la empresa se retiraba de aquella zona informando de que no lo era rentable.

HISTORIA DE UN HOMBRE QUE MURIÓ DESPUÉS DE TENER SEXO CON UN FANTASMA.

Esta es una historia aterradora que fue investigado por periodistas y reporteros, noticia que fue difundido en varios medios televisivos. Un caso muy aterrador que tan solo al pensar que un hombre haya mantenido relaciones sexuales con un fantasma nos pone los pelos en punta. Esta historia  fue conocida por el diario PRO Y CONTRA (Perú-Iquitos) el 1 de febrero del 2016. A continuación la información publicado.

El pasado jueves, el desenlace de una historia de terror tuvo un final trágico tras la muerte del protagonista quien afirmó tener relaciones sexuales con una mujer fantasma de la carretera, el infortunado fue cautivado por sus encantos y la embarcó desde el cementerio “Quistococha”, no obstante luego de ser amigos ambos coordinaron para acudir a una bar, para en ese entonces pasar agradables momentos en un conocido hospedaje.


La sorpresa pasó después, cuando la fémina ordenó ser llevada al mismo lugar y ante el asombro cruzó el umbral de púa y se metió en una tumba, desde ese momento Antonio Soria Navarro (31), inició con un trauma emanando espuma por la boca. Al parecer luego que la familia hiciera correr al sujeto hasta la zona de Nauta y este ser sometido a varias sesiones de espiritismo – este – sufrió de varios complejidades en su salud por lo que terminó falleciendo horas después. “No lo podíamos creer pues de la noche a la mañana terminó perdiendo el sentido de la realidad hasta morir. Ahora pedimos por el alma de Toño pues nadie esperaba su muerte y menos de la forma como se dio”, indicó una de las parientes. El sepelio se realizó la mañana de ayer en un campo santo ubicado en el kilómetro 10 y medio de la carretera Iquitos – Nauta que dejó a propios y extraños con los pelos de la punta, hoy lo piensan para transitar en horas de la noche por la carretera. (M. Lizarzaburu)

viernes, 12 de febrero de 2016

EL BAILE DE LOS ESPÍRITUS DE LOS CERROS (APUS).

Este era un hombre que viajaba a una ciudad cercana a la suya  por motivos de trabajo. Que por esos años, el único modo de llegar a ellos era por los senderos que su padre y el padre de este habían usado durante muchos años. No era de sorprenderse que el viaje durase semanas ya que aun cabalgando a caballo se demoraba días por la distancia. Había recorrido casi la mitad del trayecto cuando le oscureció, por suerte esa noche la luna  imponía su presencia bañando de luz los valles, las praderas y las faldas de los cerros. Aprovechando que podía cabalgar con tranquilidad bajo la luna, siguió avanzando. Pensaba en sí que   los espíritus de los cerros (Apus) lo bendecían ya que las noches anteriores no paraba de llover cosa que hizo que se retrasara más en su viaje.

El sendero pasaba por el borde de una pequeña pradera luego entraba a una quebrada serpenteante muy peligroso llamado la quebrada del diablo. Estaba aún pasando por la pradera cuando repentinamente el caballo se detuvo; se notaba inquieto, por la postura que mantenía, el hombre presentía que algo extraño pasaba. No había acertado lo que pasaba cuando vio de reojo a algo moverse a su izquierda. En el centro de la pradera, cuatro zorrinos bailaban en dos patas formando un círculo. Estos traían puesto una bosta de vaca a modo de sombrero, cogidos con las patas delanteras bailaban alegremente haciendo ruidos que apenas lograba escuchar. No espero más y agito las riendas del caballo para que avanzara, no iba a quedarse allí observando lo que pasaba. Ya alejado a una distancia considerable opto por descansar antes de pasar por la quebrada del diablo, salió del sendero y encontró una pequeña cueva suficientemente cómoda para descansar.
No dejaba de pensar en los zorrinos, trataba de pensar en otras cosas pero el recuerdo de estos bailando regresaba a su memoria. Pensaba en sí que había algo extraño en esos animales, se preguntaba a menudo de que  hacían los cuatro zorrinos bailando con sus sombreros de bosta. Al parecer le era muy inusual toparse con algo así durante su vida.
Esa noche el hombre se había quedado profundamente dormido pensando en los zorrinos y la bosta de sombrero. Pero por alguna extraña razón esa noche los cuatro cerros que rodeaban a la pradera se llamaban entre ellos. Se preguntaban  de qué debían de hacer con el viajero, uno de ellos decía que él era un hombre humilde y horado así que él le daría bendiciones y prosperidad en su vida. Otro dijo que le daría fama y fortuna, el tercero de ellos se pronunció otorgándole felicidad. El cuarto y último cerro se pronunció por la presión de los otros tres, este a diferencia de los demás no tenía nada  que darle ya que los demás le habían concedido. Entonces  dijo que le otorgaría algo más preciado que sus tres hermanos pasaron por alto, le otorgó el amor por el cual tenía que luchar para obtenerlo. Así los cuatro espíritus de los cerros (Apus) lo habían bendecido esa noche.
Al amanecer, el hombre recordaba fragmentos de una conversación, pero pensó que solo era un sueño y estaría confundiendo las cosas por el cansancio ya que había tenido un viaje muy agitado. En el fondo se sentía dichoso aunque no sabía  de qué, se alistó y bendijo el nuevo día antes de marcharse. 
Años después el hombre  era rico y vivía feliz, pero siempre mantenía y recordaba lo humilde que había sido antes de conseguirlo todo con su esfuerzo. Pensaba a menudo que era afortunado por alguna razón,  ayudaba a los demás sin pedir nada a cambio, y así fue como encontró el amor. Conoció a una joven mujer humilde que más tarde llegó a ser su esposa.

jueves, 4 de febrero de 2016

EL VIAJERO Y EL CONDENADO

Hace muchos  años atrás, cuando aún no había carreteras que comunicaran los pueblos con las  ciudades  y  la única manera de desplazarse era a caballo. Este era un señor que regresaba a su pueblo luego de haber comercializado sus productos en la ciudad. En su viaje de regreso traía consigo a su preciado mulo y a dos caballos más que venía uno detrás del otro, cargado de víveres para el consumo de regreso ya que el viaje duraba más de tres meses.  Una tarde  de las tantas que había pasado en su retorno, decidió seguir avanzando de noche  así que montó en el mulo para poder mantener el rumbo y buscar más adelante una zona donde pudiera descansar.

 Bajo la luz de la luna podía notar que se encontraba en una quebrada. Más adelante pudo distinguir una pradera desolada, sin ninguna cosa que se estuviera moviendo. Todo parecía estar tranquilo, extrañamente silencioso. Los tres animales parecían estar muy inquietos, los dos de atrás avanzaban muy lento  y el mulo en el que estaba montado parecía estar muy nervioso. Podía notar que miraba en todas direcciones con las orejas muy en alerta. De pronto los caballos se detuvieron en seco, empezaron a retroceder y bufar como que temieran a algo que venía en dirección contraria. Bajó de la mula para calmarlos y sujetar los lazos de cada caballo en la montura del otro; el del último lo sujeto a la montura del segundo, y el lazo de este en la montura de la mula. Ya bien amarrados para que no se pudieran escapar. Montó nuevamente, dio marcha de avance pero la mula no obedeció y  empezó a girar en dirección contraria. Sujetó bien las riendas e hizo que avanzaran pero estos se negaban a obedecer. Los tres habían empezado a golpear el suelo con las pezuñas y a relinchar de una forma muy inusual. El hombre había empezado a sentir miedo así que hizo el esfuerzo de ver lo que había más adelante que temieran las animales, lamentablemente no llego a distinguir nada.  Cuando de repente  el mulo empezó a subir una pendiente que llevaba a otro camino alternativo que ya nadie había usado durante muchos años. El viajero asustado trato de detener al mulo pero este se reusaba subiendo más deprisa. Al llegar al camino, los animales aun en alerta y sin que hicieran  el mínimo ruido miraban al lugar en el que estaban minutos antes. El hombre bajo de la mula, cogió el lazo y jalaba con fuerza para volver al camino principal. Pero al darse cuenta que los caballos y la mula  miraban con recelo a algo allí abajo. Al voltear para ver lo que era, sintió  un gélido viento que le envolvía, los pelos se le ponía en punta y los latidos se le aceleraba al ver a algo extraño.
Un hombre venia caminando sin tocar el suelo, en dirección contraria a ellos, sujetando entre las manos una pequeña vela encendida de una llama  de color celeste muy brillante. Aun con el resplandor de la luz de la vela no podía verle el rostro ya que traía puesto una especie de túnica blanca resplandeciente que le cubría todo el cuerpo. Llego al lugar en el que había estado antes de que la mula dejara el camino principal. Dio varias vueltas en ese punto buscando  algo que se le hubiera perdido alrededor. Luego de permanecer unos minutos allí, siguió  su camino sin que el viento pudiera apagar la llama flameante de la pequeña vela. El viajero contemplaba como el ente se perdía  a lo lejos hasta que solo notaba una pequeña lucecita. En el fondo estaba aliviado haber traído consigo a su mulo y por otra con un miedo indescriptible; aún estaba allí parado pensando que había sido eso cuando de repente pudo escuchar unos gritos; se alarmó y algo en su interior le decía que huyera de ese lugar. Sin perder más tiempo, montó nuevamente y se puso en marcha cuesta arriba hacia las faldas del cerro.
 Estando ya a una considerable distancia volteó para ver a la cosa que se acercaba gritando de terror. Pudo ver que una cosa negra con forma humana venía arrastrándose y de repente aparecía más adelante caminando, llorando a gritos tratando de liberarse de unas cadenas doradas al rojo vivo que le colgaban de las manos. No solo él estaba muerto de miedo, podía sentir el temor de los animales  cuando paso por la zona en el que habían estado y de pronto desapareció y se oyó más adelante los lamentos de aquel condenado. Aun con unos gritos de desesperación. Ya no se le escuchaba, más que el silbido del viento frió y seco. Desmontó, se sentó en el suelo y se puso a llorar por la suerte que había tenido de estar aún con vida. Dio gracias a Dios por haberle cuidado del mal que había visto y haberle concedido de poseer a su mejor amigo mulo de innumerables viajes. Se paró y acaricio a los animales para luego liberarlos de la carga, y así pudieran descansar cómodos después de haber pasado por una experiencia terrorífica.
Sin duda los animales no lo habían abandonado, era más fácil  para ellos huir que quedarse allí a ser devorados o algo peor; inmerso en sus pensamientos recordaba una historia que le habían contado, entonces dedujo que el primer ente era nada menos que un espíritu  que tenía la misión de despejar el camino de aquellos desafortunados que se topasen con  aquel alma  condenada a purgar sus pecados  en su largo y penoso castigo.